Dante describió el amor como una fuerza poderosa que puede mover el universo, una inspiración divina y, a menudo, como una fuente de deseo que puede llevar tanto a la felicidad como al sufrimiento. Para él, el amor era inseparable de Beatriz, su musa, y veía la divinidad como el motor de todo, un amor que mueve al sol y a las estrellas.
Como veía yo el amor y su deseo, era algo demasiado visceral, carnal, violento e irracional. Quería comerme al amado con tanta ansia como los niños se comen el azúcar. Como una loba alfa queriendo dominar los antojos del otro a través de la carne y los besos, si no podía dominar en la vida, solamente me quedaba dominar en el cuerpo y así, nace el odio/ amor, la culpa y el sexo, la rabia contenida y el orgasmo perdido. Quería de él lo mismo que quería de mí, un poco más de nada, un poco más de control, un poco más fuerte, un poco más de castigo….
Me acosté con muchos hombres pero ninguno realmente me amó como Dante amaba a su musa, y entonces no encontré el reflejo en los ojos del otro donde encontrarme a mí misma. Todos fueron nadie porque yo todavía no era la Musa, porque todavía estaba hambienta y herida.
Friedrich Nietzsche decía “No apegarse a nadie, aunque fuese la persona más querida; toda persona es una prisión, y un rincón sombrío también”. Es a ese sufrimiento del apego en relación al otro lo que nos aterroriza, porque sabemos que vamos a caer rendidos en ellos, porque estamos como locos por perdernos en ellos, descansar en ellos, morir en ellos.
No es amor sino dolor lo que nos hace amar, para poder descansar en el otro. En realidad, esa muerte en el otro al perderme en el proceso de amar, es el anhelo de querer irme de aquí o morirme para desaparecer. El otro es mi refugio, el otro es el reino de los cielos, en el otro me fundo con el universo y así vivir aunque sea, un minuto en paz.
Es siempre escapar de la vida, que, aunque resulte una experiencia extraordinaria, también es el infierno en la tierra. Nadie quiere quemarse, nadie quiere morir, pero en el fondo, sí. La vida y la muerte siempre unidas para ofrecernos una confusión permanente entre querer quedarme y querer irme, así como pasa en las parejas donde te amo pero no quiero perderme, pero quiero perderme pero no morirme, pero si, pero no….
Si no hay corazón en el amor, la vagina se muere de pena, se encoge y se arruga o se enferma, ella se desconecta al igual que tú. No es desde el hambre que debemos amarnos, es desde la divina providencia, desde las miradas cósmicas y el alma trovadoresca. Cántame el cantar de los cantares, recítame los versos de Shakespeare, adórame como Tristán lo hacía con Isolda y yo me tiraría al lago para morir de amor.
El amor siempre fue el alimento para poder sostenernos en este mundo, era la magia que trasformaba lo mundano en algo extraordinario. El amor es la vida y es la muerte, como una fusión del todo con el todo, como una estrella que después de brillar con tanta fuerza desaparece.
Si no tenemos amor no nos queda nada.


